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El 18 de noviembre del 2018, Geovanny Castellanos Aguaiza desapareció en el sector de El Tejar, en la ciudad de Quito. Han pasado tres años y las autoridades no dan respuestas claras sobre su paradero. El único rastro que tienen de él es la última ubicación rastreada de su teléfono en la parroquia de Calacalí, noroccidente de Quito. Su madre, hermana e hija exigen al Gobierno y a los fiscales de turno ser escuchados. Este jueves se cumplen tres años de su desaparición.
“EL caso de mi hermano es distinto. Nosotros sabemos con quién se fue y cuál es la última persona que lo vio. Lamentablemente siempre que visitamos la Fiscalía, los señores fiscales no se encuentran o están de vacaciones. Nunca tienen tiempo para escucharnos ni tampoco nos dan respuestas. No nos hacen caso”, señala –entre lágrimas- Vanessa Castellanos, hermana de Geovanny.
Geovanny tenía 39 años cuando desapareció. “El día que desapareció mi hijo, tuve un mal presentimiento y mi hija solo me informó que Geovanny había salido por un pedido de trabajo, pero luego de las 15h00 él no regresó. Mi hija estaba desesperada: ‘Mi ñaño no regresa’. Ahí comenzó nuestro calvario”, dice Laura Aguaiza, madre de Geovanny.
Geovanny tenía un negocio propio de imprenta en el sector de Miraflores. “Ese día lo vimos hasta cuando cruzó el puente de El Tejar con dirección al norte y desde ahí no supimos nada de él. No nos dijo qué iba a hacer, solo comentó que era un tema de trabajo. Además, el día anterior a su desaparición, esta persona le llamaba insistentemente pues quería contratar nuevamente el servicio de mi padre”, menciona Sara Castellanos, hija de Geovanny, quien en ese momento tenía 14 años.
“Estamos seguros que fue un secuestro, a él le desaparecieron. Lamentablemente esa persona tiene mucho dinero. En las audiencias él no asiste, pero manda a su equipo de abogados”, señala Sara, quien en la actualidad tiene 17 años y una nena de un año, que no conoce a su abuelo.
“Mi hijo es bien alegre y comparte siempre con sus hermanos. Supe que ese día salió muy emocionado. No solo desaparecieron a Geovanny, prácticamente nos desaparecieron a toda la familia”, señala Laura.
Según la familia Castellanos, solo se realizaron búsquedas en Calacalí, porque es ahí donde reflejó la última conexión el celular de Geovanny, pero “las búsquedas son superficiales y luego nos dicen que no han encontrado más pistas”, manifiesta Vanessa. “Se necesita gente apta y preparada para buscar a las personas. Lastimosamente no somos gente de poder y dinero. Sin embargo, queremos que se haga justicia a mi hermano”.
Aunque prefieren mantener el nombre y otros detalles del sospechoso en reserva, tanto Laura como Vanessa, aseguran que las autoridades no realizan una investigación más exhaustiva y simplemente no escuchan su clamor. “Señor Presidente, señores fiscales tengan piedad de nosotros. Tengan en cuenta que también son padres de familia, hermanos o hijos. Este dolor es algo incomparable. Como madre no puedo estar en paz”.
Tanto los hermanos de Geovanny como Laura han dejado sus trabajos para poder buscarlo. Hasta ahora, 18 de noviembre de 2021, solo se ha encontrado el celular en una bodega en construcción en Calacalí. Las otras diligencias no presentan ningún avance.[/vc_column_text][vc_separator][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_cta h2=»»]
Oscar Flores Rivera (Quito, 1990)
@OscarFlores | Comunicador social de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Central del Ecuador y maestrante de Comunicación y Cultura de la Universidad de Buenos Aires. Colaborador voluntario en Asfadec (Comunicación en Territorio).